Entidades feministas y en favor del medio ambiente hace tiempo que alertan de la presencia de sustancias tóxicas en tampones y compresas desechables que no están claramente identificadas en el etiquetado, puesto que los productores no están obligados a hacerlo.
Las han detectado laboratorios independientes europeos y lo han denunciado entidades como la Fundación Rezero, que hace tiempo que advierte de la toxicidad de los productos de higiene femenina y del hecho que son, además, altamente contaminantes.
Según Rezero, las compresas tienen un 90% de plástico y componentes tóxicos como dioxinas y aditivos químicos que pueden afectar la salud de las mujeres. Un riesgo para la salud de las mujeres
Se trata de productos que entran en contacto directo con la mucosa vaginal, una zona muy sensible del cuerpo, cosa que agrava su peligrosidad.
Por eso, la composición de los productos menstruales tendría que ser muy transparente, como alerta la doctora Elena Carreras, jefe de Obstetricia del Hospital Vall d’Hebrón:
«Cualquier producto que esté en contacto con la piel, especialmente con las mucosas, tiene que ir perfectamente etiquetado para saber cuáles son sus componentes. Que esto no se haga específicamente con materiales que son utilizados por mujeres, desde un punto de vista de perspectiva de género, sería totalmente denunciable.»
El «Manifiesto sangriento»
Ahora, desde Rezero han puesto en marcha una campaña, denominada Nuevo Periodo, para poner sobre la mesa los impactos ambientales, económicos, sociales y en la salud de los productos menstruales desechables y visibilizar las alternativas reutilizables que existen.
También han publicado un «Manifiesto sangriento» para pedir que la Comisión Europea, al estado español y los gobiernos de comunidades como Catalunya y las Illes Balears «garanticen el derecho a hacer una elección informada, así como el acceso en productos menstruales seguros, justos y circulares».
Entre sus demandas hay la reducción de los productos para la regla desechables y que se incentiven los reutilizables con medidas económicas como, por ejemplo, una rebaja del IVA. Proponen programas de educación menstrual en las escuelas y una disponibilidad más grande de productos libres de tóxicos y reutilizables– gratuitos para quienes no los pueda pagar. Además, piden obligar los fabricantes de productos menstruales a eliminar las sustancias químicas peligrosas y el uso de toxinas y a divulgar el listado de ingredientes de sus productos –que ahora no están obligados a incluir al etiquetado.
FUENTE PRINCIPAL: 324, Y OTRAS FUENTES SOLVENTES