El sol, la temperatura y las ganas de volver a vivir la Diada de Sant Jordi, que el año pasado no se pudo celebrar, se notaba en las calles de L’Hospitalet, desde primera hora de la mañana. Ambiente festivo de volver a recuperar una fiesta, que es la «fiesta» de todos aquellos, que viven, trabajan y quieren a Catalunya.
Las librerías y floristerías, con una clientela entregada, volvían a recuperar el Sant Jordi de hace dos años. Había ganas de volver a la normalidad, una normalidad diferente. Todo el mundo llevaba puesta la mascarilla, el uso del gel, y distancias de seguridad.
En la zona perimetrada de la Rambla Just Oliveras, cola paciente antes de entrar, y pocas aglomeraciones por la mañana, y colas más largas por la tarde, sin desbordamiento. Nada que ver con las aglomeraciones de otras «Diadas», en que andar por la rambla Just Oliveras y la rambla Marina, era harto difícil. Este año en las dos ramblas no había tenderetes y evitó el llenazo.
Donde si hubo colas, fue en las floristerías de todos los barrios de la ciudad, prácticamente durante todo el día, para poder comprar la tradicional rosa. Ha sido un soplo de aire fresco a un sector, que la pandemia había dejado tocado.
Se empieza a respirar una cierta normalidad.
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