Reproducimos esta buena entrevista publicada en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, realizada por Mauricio Bernal, con fotografía de Josep García, en la que nos permite conocer con más profundidad un negocio con más de 80 años de historia de nuestra ciudad.
-Mi abuela era «trementinaire», ya sabe: las mujeres que iban de pueblo en pueblo con el aceite de trementina, con las hierbas que recogían en el campo, que sabían recetas y las cambiaban por posada y algo de alimento.
-¿De ella son sus recetas?
-Exacto. Hace 80 años vinieron mis abuelos a L’Hospitalet y montaron el herbolario.
-¿Este?
-Este, pero no en esta calle, sino en la calle de Pareto, aquí al lado. Se llamaba igual, eso sí: Herbolari Camps.
-Otros tiempos. Muy distintos.
-Sin duda. Al principio era eso y solo eso, hierbas, muchas de las cuales traían ellos mismos de Lleida, hierbas típicas de allí que mi abuela conocía, con las que había trabajado, y que bajaban en sacos. Porque ahora se ha extendido esto mucho, pero entonces, al principio, se trabajaba con cuatro hierbas.
-¿Se las sabe de memoria, las recetas?
-Por supuesto. Las tengo aquí, en la cabeza.
-Dígame una.
-Le digo una parte. La otra es secreto.
-Adelante.
-Esta es una receta que ahora hacemos mucho, que sirve para aliviar los síntomas de la gripe y el resfriado. Es una mezcla de malvavisco, flor de pino, flor de higo chumbo, llantén, malva, tomillo y regaliz. Entre otras cosas. Se añade alguna más según los síntomas de cada uno, pero esa es la base. Receta de la sierra del Cadí, que de mi abuela pasó a mi madre y de mi madre a mí.
-Dígame otra.
-¿Otra? Bueno, hay una que también piden mucho que es para el sistema nervioso. Tiene valeriana, pasiflora, flor de azahar, espino blanco y toronjil, también entre otras cosas. Para el estrés, los nervios.
-¿Por qué tanto celo con las recetas?
-Pues porque son mis recetas. Porque es la marca de la casa, su valor añadido. Y porque hay gente que ha intentado copiarlas.
-Caray. ¿Espionaje? ¿Estamos hablando de espionaje?
-Bueno, no sé si llamarle así, pero han intentado copiarlas. Tengo que cuidarlas.
-¿Cómo?
-Como ya le dije, esas recetas están en mi cabeza. Lo que está a la mano en la tienda no contiene la información completa, y la información completa está a buen recaudo.
-Usted viene a ser la tercera generación en la tienda. ¿Lo tuvo siempre claro?
-Yo creo que sí. Yo nací aquí… Quiero decir, en la otra tienda, en la calle de Pareto. Desde pequeña estaba dando vueltas por el mostrador. Vivíamos detrás de la tienda, y mientras yo hacía los deberes delante de mí se hacían las fórmulas de las hierbas. Estudié Empresariales, pero por las noches hacía cursos del gremio de herbolarios.
-¿Y cuándo se hizo cargo?
-Hubo dos momentos importantes. Uno, en el año 99, cuando mi madre y yo decidimos comprar este local y seguir adelante con el negocio. Nos echaron del otro y había que tomar una decisión. Yo tenía 23 años. Desde entonces fuimos las dos. Y luego, en el 2006, cuando mi madre murió y yo me quedé sola al frente de esto.
-Veo que conserva el letrero viejo. El original, supongo.
-Sí, ¿lo vio? Conservo muchas cosas, de hecho, casi todo lo que está ahí encima es de la antigua tienda: la balanza romana, el gramófono, el arco romano. Formaban parte de la decoración de la tienda original.