El programa BATECS de la Televisió de L’Hospitalet, ens acosta al present de la cocteleria a la nostra ciutat, i ens recorda un històric, el TIRSA. Així mateix reproduïm un reportatge del diari El Mundo, de quan es va produir el tancament de la famosa cocteleria de la Torrassa.
Reportatge d’Héctor Marín, publicat el 30 de desembre de 2014 en el Diari El Mundo
Réquiem por el Tirsa. La ciudad de L’Hospitalet de Llobregat, como su vecina capitalina, tampoco puede evitar la desaparición del patrimonio común. La pérdida de la coctelería más histórica de la localidad es inminente: tras 54 años de actividad, el Tirsa, local habituado a figurar en las listas de bares favoritos de España, echa el cierre mañana, Nochevieja de 2014, víctima de la Ley de arrendamientos urbanos, la crisis socioeconómica y la subida del alquiler. Un combinado de ingredientes postmodernos para poner fin a un establecimiento clásico.
El Tirsa abrió sus puertas el 23 de octubre de 1960, como un bar de buenos cafés y desayunos, en el inmueble ubicado en el número 174 de la calle Rafael de Campalans, en el barrio de La Torrassa, un enclave periférico no alejado, sin embargo, de la zona de Santa Eulàlia, la frontera entre L’Hospitalet y Barcelona.
El fundador del Tirsa, Joan Tirvió, apostó por los bocadillos de calidad. Fue su hijo, Manel, quien consagró en la década de los 80 del siglo pasado la transformación del establecimiento de La Torrassa en una coctelería de inspiración inglesa a donde llegan numerosos clientes de Barcelona.
Unos años antes, el joven e inquieto Manel había cruzado la frontera de la Riera Blanca para abrirse paso como camarero en la gran ciudad recalando en el discobar La Polvera de la calle Aribau. Poco después, amplificada su pasión por el oficio de elaborar y servir combinados, probó suerte en una sugestiva coctelería que iba a abrir en la barcelonesa calle del Rec, la memorable Gimlet.
Fue así como Manel Tirvió conoció a Javier de las Muelas, una institución en nuestro país en todo lo referido a cócteles en general y al dry martini y al gin tonic en particular. Era la noche de fin de año de 1979.
Transcurridos 35 años exactos del estreno del Gimlet primigenio, Manel Tirvió se verá obligado a bajar mañana la persiana del mítico Tirsa. Será una noche de fin de año nostálgica para el barman afable tras el esmoquin y la pajarita negra, el pionero del cóctel en L’Hospitalet, el profesor del combinado sin estridencias, el coleccionista de cocteleras adquiridas en sus viajes -destaca una, en forma de trofeo deportivo, de cuando, en el Nueva York de los años 20 del siglo XX, la Ley seca obligaba a camuflarlas-.
El fin de un ciclo, el remate a una manera sobria, elegante y reposada de entender el mundo de la coctelería. La muerte del Tirsa, referente de ambiente cálido a la par que de estilo clásico, como un Boadas en L’Hospitalet, deja la segunda mayor ciudad catalana huérfana de locales memorables donde tomar una copa con sabor exclusivo y añejo.
Si van a tomar un último trago al Tirsa, no se les ocurra pedir a Manel una copa balón: las detesta. El gin tonic, dice el maestro, sabe mejor en un vaso corto, con una onza de ginebra inglesa, media tónica Schweppes, dos cubitos de hielo de calidad y un twist de limón.