¿Que hace una filóloga regentando una tienda de zapatos en el Mercat de Collblanc de L’Hospitalet? Se llama Pili López Paz, nació y ha vivido toda la vida en el barrio de Collblanc i Torrassa de L’Hospitalet. Para los que no conocen la ciudad, es la zona que hace frontera con el barrio de Sants de Barcelona.
Collblanc vivió su gran crecimiento a inicios del SXX, cuando la ciudad de Barcelona, rompe costuras; en aquel momento la ciudad Condal es el gran motor industrial de España, y para trabajar en sus fábricas llegan personas de otras comarcas de Catalunya, y también del resto del estado, principalmente de Murcia y el sur de Alicante. Collblanc i Torrassa, siempre ha sido un barrio bullicioso, y su vida social y económica ha girado alrededor de la plaça del Mercat y de la plaça Espanyola.
Pili es la propietaria de una pequeña zapatería, en las paradas exteriores del Mercat de Collblanc, inaugurada el 30 de junio de 1996.
En su etapa como estudiante universitaria, los domingos y festivos trabajaba como dependienta, en una pastelería y por las tardes en una tienda que había en el mismo barrio, en la calle Llobregat, ‘Virtu’, que estaba especializada en moda de caballero.
Su familia nunca se había dedicado al mundo del comercio, ‘mis padres tenían otros trabajos, mi padre trabajaba en la Seat y mi madre cosía chándales para una empresa. Un primo mío tiene una tienda en el Mercat de Sant Antoni, en Barcelona’, nos comenta Pili.
‘Lo que más me gusta es el trato con la gente, poder ayudarla y dar servicio. Cuando vienen y me dicen que van muy cómodos con alguno de los zapatos que les he vendido me hace mucha ilusión’
‘En cambio lo que menos me gusta es que la gente a veces viene con el “chip” de que somos un “mercadillo” y creen que nuestros productos no son de calidad ‘, añade Pili.
Seguro que mucha gente también va a comprarle el calzado, por su simpatía y porqué le gusta escuchar, empatizar, y ayudar a las personas.
‘El día que inauguré la tienda, fue un éxito que no me lo podía creer, después evidentemente no fueron así todos los días. Pero aquel día me sentí como acompañada por la gente del barrio’, recuerda Pili después de 27 años.
‘Mi vocación siempre ha sido ser maestro, ya que soy filóloga, pero cuando nació mi primer hijo lo que quería era un trabajo que me permitiera poder disfrutar de su niñez y pasar tiempo con él. Surgió la posibilidad de trabajar en el Mercado, con lo que podía disponer de las tardes libres y, no me lo pensé, me tiré de cabeza’
‘No conocía el mundo de los zapatos pero era la opción que se me planteó y me puse. Cómo te he dicho, el horario me ha permitido tener tiempo para cuidar de mis hijos y aunque ser autónomo es muy complicado y el pequeño comercio no pasa por su mejor momento, seguramente ésta no sería mi primera opción si volviera empezar, pero tampoco la descartaría del todo’. Y a la parada no paran de llegar vecinas, que le consultan, la escuchan y se dejan aconsejar.