En Gavà, un propietario rico y excéntrico, Artur Costa, a finales del XIX había comprado una gran parcela en la salida del pueblo, en la carretera que iba en dirección a Castelldefels. Allí se encontraba un edificó su residencia privada, una torre que hoy todavía se conserva. Pero un par de décadas después, hacia el año 1920, levantó en la misma finca que rodeaba su torre residencial, un recinto de atracciones para forasteros, del cual se conservan multitud de fotografías y postales: ‘El American Lake’.
El parque contaba con un lago artificial con embarcadero, donde los visitantes podían alquilar pequeñas barcas. El lago tenía tres islas, con una cascada de agua, y flotaban dos maquetas grandes de barcos de guerra a escala. Entorno del parque, había una ermita, un bosque ajardinado atravesado por
un pequeño rio, un cercado con ciervos y, rodeando la finca, las vías de un pequeño carrilet, dos trenecitos, uno con el motor de un Ford y el otro con el de un Buick, con vagones descubiertos y
cubiertos, réplicas de los trenes de la línea de Vilanova, que pasaba por un túnel sinuoso donde había dioramas con escenas de historia natural hechos con animales disecados
(tigres, cocodrilos, osos polares, leones, ciervos…).
Había la estación del trenecito y un paso a nivel. De los edificios grandes, además de los
pabellones del lado del lago, destacaban el hotel-casino, un café restaurante, una sala de baile hecha de
hierro y vidrio, otra pista de baile al aire libre, y un pequeño barrio con casas de alquiler, todo hecho de piedra.
Hacia el año 1926 se añadió un primer piso en el hotel-casino, donde se ubicó un
pequeño teatro en que se representaban espectáculos frívolos y picantes. Todos los edificios, además, estaban iluminados con luz eléctrica, y ofrecían un aspecto totalmente espectacular
a los vecinos del pueblo.
La afluencia de público hizo que el hotel se quedara pequeño, y dentro del parque se edificaron un par
de apartamentos. Cuando también estos se hicieron pequeños, el propietario edificó una casa de planta baja y piso al otro lado de la carretera, fuera del recinto.
El promotor creó un parque que daba valor añadido al hotel, restaurante y casino. Desconocemos si se inspiró en alguno otro ejemplo de equipamiento turística de la época, pero en el contexto catalán esta mezcla de instalaciones de de restauración y alojamiento, más el parque de atracciones, en
aquella época, era muy innovadora, y estaba destinada a atraer un tipo concreto de burgués barcelonés,
que se estaba solo unas horas o unos pocos días, ciudadanos de Gavà que iban a bailar a la pista de verano los días de fiesta, y pasear, familias que buscaban un lugar de recreo cerca de Barcelona, parejas de amantes que buscaban un lugar discreto, jóvenes con ganas de divertirse…
El primer anuncio en la prensa de estas instalaciones se publicó
en agosto de 1920.
A pesar de la expectación inicial, la prohibición del juego por el gobierno de Primo de Rivera el año1923
fue un lastre que impidió que el parque tuviera beneficios económicos, y la muerte del promotor, en 1930, acabó de dar el golpe de gracia a la innovadora inversión.
Afectado por la crisis del 29 y la Guerra Civil, fue expropiado en julio de 1936 y convertido en escuela de oficiales del ejército popular. El complejo desapareció a final de 1945, cuando fue comprado por la Sociedad General de Aigües de Barcelona y fue urbanizado. FUENTE: ‘L’ESTIUEIG A BEGUES, GAVÀ I CASTELLDEFELS, 1881-1936. DE LES COLÒNIES A LA MASSIFICACIÓ’, Autor: JOSEP CAPMANY I GUILLOT-CENTRE D’ESTUDIS DEL BAIX LlOBREGAT