Hubo un tiempo en el que el anarquismo, representado mayoritariamente por la CNT en España, tenía un millón de afiliados, sus tesis pedagógicas eran la vanguardia europea (Escuela Moderna y Ateneos libertarios), sus postulados sobre la emancipación de la mujer abanderan el movimiento feminista e, incluso, una mujer anarquista, Federica Montseny, se convirtió en la primera fémina en ocupar un ministerio de un Gobierno español (Octubre de 1936). Eran otros tiempos. Era otra sociedad. Prácticamente, era otro mundo. El sueño libertario de una sociedad sin clases parecía alcanzable.
Parte de la memoria del anarquismo se conserva en los Países Bajos, en concreto en el International Institute of Social History (IISH), de la capital neerlandesa, fundado en 1935, y que atesora el archivo histórico de la CNT-FAI —las conocidas como 47 cajas de Ámsterdam— junto con una extensa colección sobre el activismo obrero y los movimientos sociales. Sacado de España para evitar que Franco lo reclamara durante la contienda o en años posteriores.
La CNT en L’Hospitalet, reclama ahora esta memoria histórica, esta manera de hacer, y de pensar, que aun creen vigente, en un acto que se celebra este domingo.