A finales del SXVIII, por una disposición impulsada en el reinado de Carlos III, se aprueba trasladar los cementerios, que hasta aquel momento se situaban junto a los templos parroquiales, al exterior de las poblaciones.
Diversas razones, entre ellas sanitarias abocaban al traslado, que en L’Hospitalet se realizó a mediados del SXIX. En L’Hospitalet, el cementerio se encontraba en lo que actualmente es la plaza del Ayuntamiento, y la calle Església; este vial no existía y se abrió como calle en el SXIX.
Las crónicas de los SXVIII y XIX, explican que cuando llovía, la plaza del Ayuntamiento se encharcaba, y quedaban al descubierto las tumbas, con los cadáveres enterrados.
El agua que dejaba embarrada la plaza, venía de la Riera de la Creu i la Riera de l’Escorxador, cuando llovía mucho. La plaza, se encuentra unos metros por debajo, de las dos rieras, y a través de la calle Major, el agua discurría hasta la plaza.
Un hecho que generaba insalubridad, y una imagen de tristeza. El traslado de los cadáveres enterrados al nuevo cementerio, no fue fácil, y muchos siguen reposando, aun en el antiguo cementerio, el de la plaza del Ayuntamiento.
El edificio parroquial que había en el SXIX, fue inaugurado a inicios del SXVII, en sustitución de otro que se había levantado en el SXV y que estaba prácticamente en ruinas, y su situación era lineal, con los edificios de la calle Major.
La calle Tecla Sala, tampoco existía, se abrió después de la Guerra Civil española, en el SXX.
En la publicación «Identitats», publicada por el Museu de L’Hospitalet, de la autora M. Enriqueta de Fez i Valero, “El Cementiri de L’Hospitalet (1836-1886)», se explica con todo detalle la historia. Os la podéis descargar en este enlace.