Raúl Montilla nació en Barcelona, aunque se encuentra muy vinculado a las ciudades de L’Hospitalet de Llobregat y Esplugues de Llobregat, así como a los municipios de Cervelló y Vallirana.
En su última novela Las hijas de la fábrica traza un retrato del extrarradio de Barcelona en los años 60-70, en pleno desarrollismo, historias de migración de tres generaciones de mujeres trabajadoras: «El ascensor social está ahora más estropeado de lo que estaba antes», afirma el autor en una entrevista concedida a la agencia EFE.
La novela gira sobre todas aquellas personas, que en esos años tuvieron que «construirse su propia realidad», la crónica de la migración de una clase trabajadora que llegó a una «tierra prometida» que resultó ser la ausencia de muchas cosas.
A través de la vida de una familia, a la que acompaña durante cuarenta años, Raúl Montilla hace un reconocimiento a toda esa clase trabajadora que tuvo que enfrentarse a una nueva realidad en la que estaba todo por construir.
Las hijas de la fábrica, es un retrato de todas aquellas familias que emigraron a Catalunya durante la dictadura franquista, contada desde el punto de vista de las mujeres: «Sobre migración se ha hablado mucho, pero el papel de las mujeres muchas veces ha quedado totalmente apartado», apunta Raúl Montilla.
La novela, además de histórica, tiene un fuerte componente político, ya que retrata la represión y los abusos policiales, y recorre la lucha obrera y sus límites durante estos años: «La militancia política era un ejercicio de riesgo que te podía costar la vida», asegura el autor.
Montilla cuenta que tenía «una deuda pendiente» con la historia de estos barrios, no sólo porque es la historia de su propia familia, en la que reconoce haberse inspirado, sino porque quería que se contara la historia desde dentro: «Muchas veces nos han contado la historia de los barrios desde l’Eixample».
Para el autor, era ahora el momento para escribir esta historia porque era «la oportunidad de hacer memoria» antes de que nadie la pueda hacer: «Muchos de los protagonistas de estos cambios todavía están vivos, pero tienen cierta edad; la idea era permitir un diálogo entre diferentes generaciones, igual que sucede con las protagonistas» de la novela.
