Este sábado me llegó la noticia a media tarde, el fallecimiento de Pere Ríos. Aunque con el no había mantenido una relación continuada y estrecha, cuando hablábamos creo que nos teníamos una confianza mutua y sincera. Quizás forma parte de una manera de ser que corresponde a tiempos pasados, y que ocurre con aquellas personas que tienes muy claro que cuando te gires, no te darán una puñalada trapera.
Es una especie de confianza que no ocurre con todo el mundo. No sabes porqué razón, aunque haya pasado mucho tiempo que no hables con aquella persona, puedes tener la certeza de que la puedes llamar y que le podrás confiar un secreto, una duda, o pedir ayuda. Son personas nobles y honradas. Son personas.
Ayer me quedé bloqueado ante la noticia, sin aire, será porque Pere tenía una edad cercana a la mía, y que formaba parte de aquel grupo de profesionales de la información, que arrancó a finales de los setenta, y que con muy pocos medios, y trabajando muy duro, eran verdaderos profesionales y grandes compañeros. Estos profesionales eran conocedores y se sentían muy identificados con L’Hospitalet y el Baix Llobregat.
Sus hijos, Pere i Miquel lo acompañaron en todo momento, y le ayudaron, en este largo sufrimiento. Descansa en pau Pere!! TEXTO: Antonio Ramon Rubio i Berenguer
En este enlace publicamos una de las entrevistas que había realizado para el TOT L’HOSPITALET i BAIX LLOBREGAT en este caso a la alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marín:
Reproducimos unos parágrafos del Obituario que ha publicado el rotativo EL PAIS, firmado por Javier Pérez Andujar y Andreu Missé
Ahora que parecía que la enfermedad estaba bajo control, le sacudió con una fuerza despiadada, y este sábado 18 de febrero Pere Rios murió en Barcelona a los 60 años, tras sostener un largo y duro pulso contra el cáncer con la misma mezcla de entereza e integridad que le sirvieron para cimentar su vida y su carrera profesional.
Pere Ríos se autodefinía como «periodista de El Pais», condición que para él resultaba mucho más transcendental que ser periodista sin esa compañía, la de sus compañeros y la del diario al que quiso pertenecer desde que soñó con el oficio. Es cierto que una vez lo dejó, pero volvió al poco porque creía en sus ilusiones.
Empezó a trabajar en periodismo a los 17 años. Su expresión preferida era “picar piedra”, y era esto, trabajar duro en el fondo de la mina, lo que más valoró durante los 40 años en que estuvo activo, hasta que la salud le apartó de lo que tan apasionadamente le gustaba. Hijo de una familia humilde de Sant Boi de Llobregat (su padre trabajaba en la compañía de gas), heredó del ambiente en que se crio el valorar por encima de todo el trabajo como forma de honradez.
En su periodismo, esto se tradujo en la búsqueda de la información y de la noticia por el valor propio de los acontecimientos, con desprecio hacia todo tipo de sensacionalismos, trampas, triquiñuelas y juegos de titulares, que nunca soportó.
Siendo periodista de tribunales, se sacó por las noches la carrera de Derecho en la Universitat Oberta de Catalunya. No le cabía en la cabeza cubrir los juzgados sin tener la formación necesaria para entenderlos de verdad. Si una palabra le describe es tenacidad. La tenacidad de quienes creen en que trabajar es la manera de llegar a los sitios. Picar piedra por las mañanas en las salas de la judicatura. Picar piedra por las tardes en la redacción defendiendo y redactando sus noticias. Picar piedra estudiando los temarios de Derecho los fines de semana.
Al inicio de su carrera, trabajó en el periodismo municipal, y colaboró con revistas de barrio hasta hace apenas un año…