Llorar es una manera más de comunicarnos, de expresar emociones como pueden ser la tristeza, pero también la frustración, la rabia o la inseguridad. A veces se llora porque no se sabe explicar lo que a uno le pasa, o por no poder explicarlo.
Consultoras, bancos de inversión y grandes despachos de abogados se han convertido en el eslabón más visible de una forma de entender el trabajo basada en largas jornadas laborales que se extienden al fin de semana, falta de respeto y una constante rotación de personal. Varios estudios, así como empleados, y exempleados documentan ampliamente el modelo de estas compañías, generadoras de un estrés por encima de lo saludable.
Un empleado de un banco de L’Hospitalet, se me echó a llorar hace pocos días. Fue la vigilia del puente de ‘Tot Sants‘. Ya no podía más, la presión lo había superado. Viéndolo, no te puedes imaginar lo que estaba sufriendo. Su apariencia elegante, y distinguida no hacían pensar que vivía un calvario. Es un hombre responsable y trabajador, con una magnífica apariencia, pero el trabajo lo ha superado. Intenté consolarlo, pero sinceramente no se si lo conseguí.
Algunas prácticas de estas firmas son directamente ilegales. Se saltan el límite de horas extraordinarias recogidas en convenio, no respetan el descanso que prevé la ley, ni tampoco la desconexión digital. Escriben correos y mensajes de WhatsApp al número personal en días festivos etc etc. Es un estilo de vida agotador que acaba pasando factura.