Las aves, al igual que otros animales, son especies con las que se convive a diario, como es el caso de las palomas y las gaviotas. En el caso de estas últimas, se ha detectado en los últimos años que empiezan a migrar hacia los entornos urbanos, abandonando las costas.
Esto genera una problemática para las personas que viven en estos lugares, dado que las gaviotas comienzan a nidificar en los tejados de los edificios y sus graznidos, junto a los de sus crías, pueden resultar muy molestos.
A las molestias y ruido que generan las gaviotas, hay que añadir daños al patrimonio privado y público, y al ecosistema, porque es una especie potente, de gran envergadura, que hace huir al resto.
Entre otras consecuencias, su proliferación también perjudica a especies protegidas. Los ayuntamientos se han dado cuenta de la creciente agresividad de las gaviotas, que en competencia por el alimento han llegado a atacar a palomas y perros.
Además se añade el problema de la salud púbica, dado que sus excrementos son muy dañinos y corrosivos.
En Barcelona por poner un ejemplo, la plaza Catalunya amanecen cada día atestados de restos de cadáveres de palomas concienzudamente destripados. La gaviota en cuestión acecha a su presa de un modo muy sibilino, andando y no volando, agachándose todo lo que puede para parecer un animal más pequeño y menos peligroso, y después ataca.