Los primeros pasos del Rey Carlos III están siendo analizados milimétricamente y más allá de las anécdotas de la pluma y el tintero, la decisión que más controversia ha causado es la notificación de despido que ha cursado a 100 trabajadores de Clarence House, su hasta ahora residencia oficial.
Ni las formas ni el contexto parecen ser adecuados. Los empleados recibieron el aviso cuando se empleaban a fondo en las tareas de relevo en la Corona y mientras Carlos III asistía al servicio religioso por la memoria de su madre Isabel II en la Catedral de St Giles, en Edimburgo, el lunes.
Los secretarios privados, la oficina de finanzas, el equipo de comunicaciones y el personal doméstico se encuentran entre los afectados que podrían perder sus empleos. Muchos miembros del personal habían asumido que pasarían a integrarse en la nueva casa del Rey, alegando que no se les dio ninguna indicación de lo que se avecinaba. La preocupación llegó con la carta de Sir Clive Alderton, el principal ayudante del Rey, a la que ha tenido acceso The Guardian.
«El cambio en el rol de nuestros jefes también significará un cambio para nuestro hogar… La cartera de trabajo previamente realizada en este hogar apoyando los intereses personales, las actividades anteriores y el hogar del ex Príncipe de Gales. Las operaciones ya no se llevarán a cabo. Por lo tanto, se espera que ya no se necesiten los puestos basados principalmente en Clarence House, cuyo trabajo apoya estas áreas».
Indignación y revuelo
Una decisión que como es lógico ha causado un malestar mayúsculo entre los afectados. «Todos están absolutamente furiosos, incluidas las secretarias privadas y el equipo senior. Todo el personal ha estado trabajando hasta tarde todas las noches desde el jueves para encontrarse con esto. La gente estaba visiblemente afectada», declara una fuente a The Guardian.