La Generalitat de Catalunya ha abierto un expediente a los organizadores de la misa en el templo de la Sagrada Familia donde este sábado se han reunido casi 600 personas para la beatificación de Joan Roig Diggle. La ceremonia ha sido presidida por el arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella.
El expediente, que podría acabar con sanciones, se abre por la «gran movilidad que ha implicado el acto religioso» de ayer sábado por la mañana, «teniendo en cuenta el contexto epidémico».
Se investigará si se han cumplido todas las medidas de protección para evitar contagios de la Covid en la organización y el desarrollo del acto.
La consellería que dirige Alba Vergés, ha recordado que el estado de alarma decretado por el gobierno español «solo permite reducir aforos y no cerrar espacios religiosos», puesto que prevalece la libertad de culto, que es un derecho fundamental reconocido por la Constitución.
A pesar de esto, desde Salut consideran que este tipo de acontecimientos masivos tienen «un riesgo epidemiológico del todo injustificable dada la situación actual» y la conselleraha asegurado que se plantean reforzar las medidas porque no se repita un acto como este.
La beatificación de Joan Roig Diggle ha contado con la participación de 588 personas, un tercio del aforo de la Sagrada Familia. Según los organizadores, al acto se ha guardado una distancia mínima de 1,5 metros entre feligreses y todos los asistentes llevaban mascarilla.
Teniendo en cuenta, que cines y teatros se encuentran cerrados, el mundo de la cultura ha puesto el grito en el cielo, por la celebración del acto religioso.
En este escenario, el Arzobispado de Barcelona ha ejercido de anfitrión de la beatificación de Juan Roig Diggle, un religioso que fue fusilado por un comando anarquista de la FAI el 12 de septiembre de 1936, en los inicios de la Guerra Civil.