Este fin de semana, a partir del viernes llega una borrasca que podría regar una parte del territorio catalán, y una bajada de temperaturas, que nos devolvería el ambiente invernal, pero seguramente este cambio de tiempo no arreglará la pertinaz sequía que envuelve el país.
Que no ha llovido lo suficiente en los últimos años, los datos lo demuestran, pero lo que también es evidente, es que no se han hecho las inversiones necesarias en Catalunya, y especialmente en la gran área de Barcelona, para prever esta situación, y es que además del cambio climático, el clima mediterráneo, tiene un comportamiento fluctuante, que combina periodos intensos de lluvia, con épocas muy secas.
Barcelona y su gran área beben agua del Pirineo Oriental, que depende en gran parte de las borrascas de levante, las que nos llegan por el mediterráneo. El resto del Pirineo, el occidental depende de las borrascas atlánticas, que son más constantes, y más intensas.
En un buen reportaje publicado por el digital eldiario.es, apuntaba que la Agencia Catalana del Agua (ACA) cuenta con estimaciones de cuántos recursos hídricos gasta el sector del ocio y del turismo en Catalunya: son 22 hectómetros cúbicos al año.
Es el equivalente al agua que consumen L’Hospitalet de Llobregat y Badalona juntas. O cerca de un 25% de la que bebe Barcelona.
En lo que afecta al consumo del turismo, el mismo reportaje lo apunta, los cámpings suelen ser los más ahorradores, porque aunque tengan grandes piscinas, son utilizadas por mucha gente.
Los apartamentos turísticos de destinaciones como Benidorm, Salou o Lloret, que no dejan de ser pisos con unos consumos quizás un poco superiores al resto de los ciudadanos, en cambio los hoteles, gastan más agua a medida que suben de categoría. Hay un salto importante entre las 4 y las 5 estrellas.
