La evolución de la banca ha sido imparable los últimos años: más digitalización, menos oficinas, y despidos de personal o jubilaciones anticipadas (ahora que hablamos de alargar la edad de jubilación).
Los bancos han cerrado desde 2008 el 43% de sus sucursales. Por contra, avanza la transformación digital. Todo empezó con la gravísima crisis económica que emborrachó a los bancos y cajas a conceder hipotecas, sin valorar los riesgos.
Bancos y cajas de ahorro, se vieron atrapados por la crisis y las quiebras empresariales y familiares. Muchas familias perdieron su hogar. La ruina personal.
La incorporación de clientes más jóvenes, que prefieren realizar sus operaciones bancarias desde el teléfono móvil o desde ordenadores y aparatos electrónicos, en lugar de tener que desplazarse hacia las oficinas, ha dado alas a los directivos de la banca para deshumanizar el trato con los clientes de siempre.
Esta reducción de oficinas y empleados, ha perjudicado enormemente la relación personal que se establecía entre los clientes y el trabajador de la banca. Aquel empleado que conocía al cliente de toda la vida.
A las personas de más edad les dificulta mucho tener que acudir a un establecimiento bancario a realizar operaciones, pagar un recibo de agua, gas… o sacar dinero.
Se han aplicado restricciones de horario para poder ingresar, o realizar el pago de un recibo o un impuesto. A una persona mayor le cuesta poder realizar las gestiones a través de un ordenador si no tiene ayuda de un familiar, o un amigo. Algunas personas de avanzada edad acudir a una oficina bancaria les produce estrés, y nerviosismo.
Convendría reflexionar sobre cómo podemos actuar al respecto, no hacer nada no es la solución.