05/03/2025

La antigua estación de Correos: un enigmático lugar del metro de Barcelona | GALERÍA

Es un enclave de peregrinaje de los amantes de lugares abandonados y misteriosos. Se conmemoran 90 años de su apertura

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FOTO TMB

La antigua estación de Correos estaba ubicada al final de la Via Laietana, entre la calle de Àngel Baixeras y la antigua plaza de Antoni López, hoy llamada plaza de Idrissa Diallo, justamente frente al edificio de Correos que le daba nombre, y su historia tiene su origen en la propuesta de hacer llegar el metro, que ya bajaba por la Rambla, hasta la estación de Francia.

Con esta intención se hicieron proyectos de obras que pasaban por la fachada marítima, pero el ayuntamiento de la ciudad presionó para aprovechar la infraestructura existente en la Via Laietana desde su construcción. Así es como finalmente se abrieron las estaciones que ocupan este espacio en un trazado que durante mucho tiempo fue un tramo de la línea 3 conocido como el ramal Aragó-Correos del Gran Metro de Barcelona, y que ahora pertenece a la línea 4.

Una estación de una sola vía

Como hemos comentado, para construir esta estación y la de Jaume I, se aprovecharon los túneles subterráneos que se habían hecho en el año 1913 con motivo de la apertura de la Via Laietana, los conocidos como túneles de la Reforma, cuando todavía no se había proyectado el trazado del metro en esta zona.  

La estación de Correos sólo tenía un nivel debido a su proximidad al mar, lo que ya provocó muchos problemas de filtraciones durante su construcción. Su interior contaba con una disposición muy peculiar, ya que disponía de una sola vía y de dos naves paralelas de 60 metros de longitud. En la nave de la izquierda estaba la vía y un andén muy estrecho (1’84 metros), mientras que la nave de la derecha estaba destinada exclusivamente a andén, si bien el acceso a los trenes se hacía a través de diez arcos de 3 metros de luz abiertos al muro que separaba ambas naves.

Originariamente la decoración de la estación era muy sencilla, con las paredes rebozadas, pero en julio de 1946 fue dotada de luces fluorescentes, siendo la primera instalación pública en tenerlas de todo el estado español. Posteriormente, fue remodelada en dos ocasiones más, en 1949 para alargar los andenes y en 1956 para renovar la decoración de las paredes con baldosas de color gris «Metro», suelo de panot y techo pintado de blanco. La estación tenía un solo vestíbulo en el lado sur y disponía de un acceso justamente frente al edificio de Correos.

Barceloneta, la sustituta

Las obras de construcción de la nueva línea 4 en el año 1972 determinaron la clausura de Correos después de 38 años de servicio, ya que a principios de la década de los años setenta se decidió que habría que construir una nueva estación, la de Barceloneta, más cerca de la estación de Francia que en aquellos momentos era uno de los puntos de conexión más importantes de la ciudad.

La antigua estación no desapareció del todo. El acceso se convirtió en un pozo de ventilación y las dos naves forman parte del túnel por donde pasan los trenes entre Jaume I y Barceloneta. El panorama de los andenes (recortes para dejar el gálibo libre en los trenes), las baldosas de cerámica, los anuncios vintage, los letreros… han quedado inmovilizados en la oscuridad para alimentar la leyenda de lugar enigmático.

La estación es lugar de recorrido, para aquellas personas amantes de los lugares, abandonados y misteriosos. FUENTE DE LA INFORMACIÓN GABINETE DE PRENSA TMB

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