El atardecer aunque es un acontecimiento que, si bien sucede todos los días, no cesa de sorprendernos. Al verlo, toda esa fuerza lumínica que está por apagarse nos invita a reflexionar sobre el estado de la vida, sobre cómo todo tiene un final y cómo este final no tiene porqué ser determinadamente malo.
Contemplar un atardecer nos puede llenar de pensamientos, y de reflexiones. En un mundo en que todo va muy rápido, quizás demasiado rápido, poder contemplar un atardecer nos acerca a meditar y al sosiego, un bien muy necesario para los tiempos que vivimos.