TEXTO ARTÍCULO EUSEVIO VAL CORRESPONSAL EN PARIS DE LA VANGUARDIA:
Después del largo encuentro del 7 de febrero en Moscú, Emmanuel Macron confió a los periodistas, en el avión, que había encontrado a Vladímir Putin “más rígido y más aislado” que en reuniones anteriores. Le pareció un hombre distinto al que había recibido en París, en el 2019, y más aún al que había agasajado en Versalles, en mayo del 2017, tras llegar al Elíseo. Putin, en efecto, no se contuvo ni en la rueda de prensa, ya de madrugada.
Había violencia y rabia en algunos de sus gestos corporales, además de esgrimir sin ambages la amenaza de un conflicto nuclear con la OTAN. La impresión de Macron se confirmó con el durísimo discurso de reconocimiento de las repúblicas secesionistas ucranianas. Fuentes del Elíseo hablaron de “consideraciones paranoicas” por parte del líder ruso e insistieron en su inflexibilidad, aislamiento y “deriva ideológica y de seguridad”.
Ante la sorpresa de la prensa por el uso de un término tan fuerte como “paranoico”, la presidencia francesa hubo de matizar que ese comentario no salía de la boca de Macron –al menos oficialmente– sino que era la interpretación propia de un colaborador.
La preocupación por el equilibrio psicológico de Putin en una crisis geopolítica de esta envergadura fue formulada también por el presidente de Chequia, Milos Zeman, quien, tras la invasión, calificó al jefe del Kremlin de “loco”.
También llamó mucho la atención el autoritarismo de Putin con sus colaboradores más directos, llegando incluso a humillar a uno de ellos, ante las cámaras de televisión, cuando el consejo de seguridad ruso tomó la decisión de reconocer la independencia de las dos repúblicas del Donbass..
…para Bruno Tertrais, director adjunto de la Fundación para la Investigación Estratégica, en una entrevista en el prestigiosos diario francés Liberation, “hoy Putin muestra todas las señales de un dictador encerrado en una burbuja política y sanitaria”. “Su aislamiento físico, desde el inicio de la pandemia, sin duda ha contribuido a su radicalización –agregó Tertrais–. Parece que la burbuja de la covid ha reforzado sus tendencias paranoicas”.
Uno de los elementos más alarmantes de la conducta de Putin ha sido la ligereza con la que se ha referido, en varias ocasiones, al arsenal nuclear ruso y la sugerencia de que, si la OTAN se opone militarmente a la invasión de Ucrania o ataca a Rusia, Moscú podría desencadenar el apocalipsis atómico. Esa retórica no se usaba públicamente desde hace decenios. Y no es tranquilizador que la esgrima alguien con máxima autoridad sobre casi 6.000 ojivas nucleares.
TITULAR: TOT L’HOSPITALET
FUENTE DE LA INFORMACIÓN LA VANGUARDIA