La Manoli ha vivido toda la vida en L’Hospitalet, en el barrio del Centre, entre el Passatge Milans, la Riera de la Creu, y la avinguda de Josep Tarradellas. Trabajó de carnicera, en la plaza del Ajuntament, en la carniceria Tayá, en la esquina con la calle Roselles, actualmente hay una tienda de ropa. Después regentó una parada en el Mercat del Centre.
Cuando desde EL TOT L’HOSPITALET contactamos con ella, y pudimos hablar por teléfono, recordaba perfectamente, su infancia, su juventud añorada en su querida ciudad de L’Hospitalet. Mostraba cierta nostalgia del L’Hospitalet aquel, en que quizá era algo más parecido a un pueblo, un pueblo grande, en que en los diferentes barrios de la ciudad, Florida, Collblanc, Centre, Santa Eulàlia, Bellvitge,..los vecinos se conocían casi todos, había otro ritmo. Recordaba perfectamente su paso por la escuela, las amistades de juventud, y su vida profesional. Nadie podría sospechar que está enferma.
Manoli, muestra una entereza, envidiable, y emite una voz tranquila y muy serena. Hace pocos días el periodista Albert Om, en el programa Islandia de RAC1, le hizo una entrevista que capta maravillosamente, la enfermedad que le aqueja a Manoli.
Desde hace un año, se ha instalado en Calafell, en un piso bien cerca del mar. “Cuando me detectaron la enfermedad, pensé que mi marido y yo tendríamos más buena calidad de vida aquí”, asegura.
A los 57 le diagnosticaron Alzheimer. Ahora tiene 61 y el suyo es un testigo único: en una conversación con Albert Om, explica en primera persona como vive la enfermedad y como afronta el futuro, ahora que es plenamente consciente que perderá progresivamente la memoria.
«Llegará un momento que no sabré ni quién soy, ni quien fui», Miro fotos y pienso: «todo esto, lo olvidaré»
Las primeras señales
La Manoli pasaba por ser una persona despistada. Sus amistades se hacían cruces de cómo no recordaba una conversación que había tenido hacía pocos días. En la carnicería, había clientes que le hacían encargos y ella se olvidaba del todo. Hasta que las señales fueron inequívocas.
«Cogí una fruta. Me la miraba y era incapaz de recordar como se decía. Pero yo tenía la sensación que lo sabía»
«Un día tenía hora en el médico. Me senté. No sabía ni a qué planta tenía que ir ni que hacía allí. Una enfermera me acompañó a la puerta y le dije que sabría volver a casa»
El diagnóstico
Después de aquellos episodios de desorientación, fue al neurólogo. En casos como el suyo, se les pide que retengan tres palabras en la memoria, se deja pasar un tiempo y se les pregunta cuáles eran aquellas tres palabras. Es el “bicicleta, cuchara, manzana”, que da título al documental sobre Pasqual Maragall . La Manoli se quedó impactada al comprobar que solo recordaba una. Confirmado el diagnóstico, decidió afrontarlo con todas las energías y hablar abiertamente, con la sonrisa y la alegría que la caracterizan. «Quiero continuar siendo la Manoli, cuanto tiempo como pueda«.